Una de las principales preocupaciones cuando viajamos al extranjero o hacemos turismo, especialmente en países subdesarrollados o conflictivos, es la seguridad de los nuestros y de nuestras pertenencias.
Veamos en las siguientes líneas una serie de precauciones que podemos adoptar para minimizar en lo posible todo tipo de riesgos y sin que nos hayan amargado las vacaciones.
Hurtos a turistas en las grandes ciudades
Son una plaga en cualquier lugar del planeta. Los carteristas o «descuideros» tienen como víctima predilecta el turista despistado. No vamos a sufrir daños físicos, pero si nos levantan la cartera con nuestro dinero, tarjetas de crédito y documentación, nos veremos en un serio aprieto, no solamente económico, sino también administrativo.
Suelen aprovechar las aglomeraciones, donde es fácil camuflarse y donde el contacto físico con las personas de alrededor es más fácil y por tanto pasa desapercibido.
Algunos consejos para evitar, o minimizar este tipo de asaltos a nuestras pertenencias pasan por aplicar la lógica.
No perder de vista nuestras pertenencias. Si nos sentamos en una terraza, no dejar bolsos colgando del respaldo de la silla, ni los móviles o cámaras de fotos o de vídeo sobre la mesa (es posible que alguien lo coja mientras camina y al estar nosotros sentados, no podremos darle alcance).
Si estamos caminando, nuestro punto más débil es aquél que no vemos, es decir, nuestra espalda. Nunca debemos guardar carteras ni móviles en los bolsillos traseros del pantalón. Mucho cuidado así mismo si llevamos una mochila a la espalda. Lo ideal es llevar un pequeño bolso o riñonera donde depositaremos nuestros objetos de mayor valor y que mantendremos en todo momento pegados al pecho o al estómago. También podemos utilizar los bolsillos delanteros de nuestras prendas de vestir.
Por otra parte, existen unos cinturones especiales para viajeros que disponen de compartimentos ocultos en su parte interna donde podemos guardar pequeñas tarjetas o una cantidad moderada de billetes. Son la opción más segura, aunque tienen el inconveniente de no resultar cómodo el acceso a su contenido.
Otra cuestión que podemos contemplar es la de distribuir nuestras propiedades en distintos lugares. Por ejemplo, repartir el dinero en dos bolsillos en lugar de llevarlo todo junto o, si viajamos en pareja o en grupo, dispersar igualmente lo que queramos preservar entre distintas personas. Así, si una de ellas es víctima de un carterista, el daño se minimiza.
Es muy recomendable también hacer fotocopias de nuestros documentos, muy especialmente del pasaporte. En muchos países nos bastará con ésta fotocopia para identificarnos ante las autoridades si nos lo requieren en la calle. No obstante, en otros exigen portar el documento original encima en todo momento. En cualquier caso, siempre es buena idea hacer copias y llevar una encima y otra dejarla en el equipaje que depositamos en el hotel o llevamos en el coche.
Si somos víctimas de un robo, deberemos dar cuenta inmediatamente a las autoridades y, si nos han sustraído también la documentación, muy especialmente el pasaporte, contactaremos con la embajada de nuestro país, ya que sin él no podremos regresar a nuestro hogar.
Los turistas y las drogas
Es obvio decirlo, pero nunca sobra: hay cientos de miles de turistas que acaban en la cárcel por su contacto con la droga en países extranjeros. Aquí hay que hacer dos distinciones: el consumo y el tráfico de sustancias estupefacientes. Veamos algunas cuestiones básicas acerca de todo ello.
Lo primero a tener en consideración es que la legislación que regula el uso y consumo de este tipo de sustancias es radicalmente diferente en cada país. Es habitual que viajeros desinformados piensen que el mundo funciona bajo las mismas normas en todas partes.
No, en absoluto. Hay que ser muy consciente de dónde se encuentra uno, y que incluso lo que puede ser legal en algunos lugares (el consumo de alcohol, por ejemplo), puede estar restringido o incluso prohibido en otros (en algunos países europeos y americanos hay horarios y lugares en los que está prohibido beber y en muchos países musulmanes está totalmente prohibido su consumo y comercialización).
Así pues, importantísimo: hay que informarse muy bien de las leyes al respecto en cada lugar. Beber una simple cerveza en según qué países puede llevarnos a una condena de diez años de prisión. No es ninguna broma. Desde multas económicas por fumar tabaco en Japón fuera de las zonas habilitadas para ello hasta condenas a muerte por tráfico en Thailandia por poseer una cantidad mínima de cocaína, los riesgos son muchos.
El mejor consejo, sin ánimo de moralizar ni de opinar sobre este tema, es huir siempre de todo tipo de drogas, incluso aunque sean legales en nuestro país, si no estamos seguros si lo son en aquél en el que nos encontramos.
Si estamos en un lugar turístico, pero de ambiente familiar, será difícil que alguien local nos ofrezca ninguna sustancia ilegal, no somos su clientela. Pero si por el contrario nos encontramos de vacaciones en una zona turística de ambiente más juvenil, de grupos de amigos, es muy probable que nos ofrezcan todo tipo de productos ilegales, especialmente de noche y en recintos de fiesta.
De más está decir los riesgos que conlleva aceptar y adquirir este tipo de sustancias para su consumo. En muchos países el consumo o la simple posesión está igual de penalizada que el tráfico y las ganas de fumar un porro o comerse una pastilla pueden suponer varios años de cárcel.
Por otra parte, hay que tener muy en cuenta que los camellos que ofrecen su mercancía en recintos turísticos son muy conscientes de que están tratando con personas que van de paso, que desconocen las costumbres, normas y el modo de desenvolverse en un país extraño para ellos y mucho más aún si hablamos del submundo de la pequeña delincuencia y el tráfico. Y que muy probablemente no vayan a volver a verles jamás. No necesitan fidelizar a ese tipo de cliente, solo sacarle el máximo de dinero posible en el menor tiempo.
Así que no solo hay que temer el castigo judicial, sino también saber que nuestra salud está en riesgo. Estamos adquiriendo un producto ilegal a un desconocido que puede haberlo cortado con cualquier sustancia peligrosa, o incluso puede no ser un traficante, sino un estafador que nos vende cualquier cosa que ni siquiera sea lo que dice. Recordémoslo: este tipo de mercancías no pasan ningún control de calidad.
Esto en lo que respecta al consumo. Y en cuanto al tráfico, se pueden dar dos supuestos: que alguien nos ofrezca dinero a cambio de transportar cierta cantidad de estupefacientes a nuestro país o que nos introduzcan una pequeña cantidad en el equipaje sin que nosotros lo sepamos. Veamos cada uno de ellos.
En el primer caso, la cosa está clara. El tráfico de estupefacientes está prohibido en todo el mundo, los controles en puertos, aeropuertos y carreteras están diseñados principalmente para detectarlo e interceptar a sus autores.
El riesgo es altísimo y las penas muy elevadas. Este dinero no es dinero fácil, al contrario, puede costarnos muy caro. Como ya he dicho, en algunos países está castigado incluso con la pena de muerte. Las cárceles de Marruecos y Brasil están llenas de extranjeros que creyeron poder ganar dinero con poco esfuerzo y que ahora sobreviven a duras en prisiones infrahumanas mientras esperan a que finalice su condena.
Además, en no pocas ocasiones los narcos utilizan señuelos, preferentemente extranjeros, dan el chivatazo en los aeropuertos para que se les detenga y mientras la policía está ocupada con ellos, otra «mula» aprovecha para cruzar los controles con una cantidad mucho mayor.
Éste también es el objetivo que buscan cuando cuelan subrepticiamente alguna cantidad de droga en el equipaje de los turistas, y aquí entramos en el segundo supuesto. No es algo que ocurra habitualmente, pero lamentablemente tampoco es infrecuente.
Así pues, si en un país productor de droga hemos estado alojados en casas particulares de personas que no conozcamos demasiado, o si no nos fiamos en demasía de la seguridad del hotel, hostal o lugar donde dejamos nuestro equipaje sin vigilancia, nunca está de más revisar las maletas antes de dirigirnos a la frontera. Con mención especial a los forros, ya que se han dado casos en los que se desgarra la tela exterior y se introducen algunas sustancias en ese espacio.
Una breve inspección de unos minutos nos puede evitar un gran cúmulo de problemas.
Ataques a turistas
Asaltos con violencia, violaciones, secuestros, agresiones… Aquí debemos aplicar el sentido común, el mismo que usamos en nuestro entorno. No hacer ostentación de riqueza desmedida, evitar pasar de noche y solos por lugares conflictivos, antes de acudir a cualquier lugar, consultar la web del ministerio de exteriores para conocer las condiciones concretas que nos vamos a encontrar allí, preguntar a la gente local si hay algún barrio o algún lugar a evitar (los recepcionistas de hotel y los taxistas son buenas fuentes de información). No irnos con extraños a lugares que no conocemos, solitarios y de noche.
Es bueno además tener a mano un listado con los teléfonos de los servicios de emergencia, el contacto de nuestro seguro, de la embajada, etc.
Conviene también estar atentos a las señales que nos encontremos. Hay gente que va por la vida con orejeras, no ve y no se da cuenta de las señales de peligro. Hay quien no se da cuenta de que todas las casas tienen rejas en las ventanas y están rodeadas de muros con alambre de espino o no se extraña de que la policía patrulle con cascos y chalecos antibalas con 40º de temperatura. Son señales. Señales de que debemos adoptar precauciones.
No pretendemos crear alarmismo con este tipo de recomendaciones. Yo mismo he paseado por las favelas de Brasil sin el menor percance. Simplemente hay que saber dónde se mete uno y cuáles son las reglas que rigen en ese lugar y actuar en consecuencia. Generalmente los gobiernos protegen al máximo una fuente de ingresos tan grande como es el turismo y si no salimos de las áreas turísticas será muy difícil que suframos un ataque.
Es en zonas más rurales, o si queremos disfrutar de la vida nocturna auténtica, alejada de los grandes centros hoteleros, cuando podemos encontrarnos en situaciones más comprometidas, pero tampoco hay que emparanoiarse ni dejar que el miedo nos impida disfrutar del viaje ni visitar los lugares que deseemos. Corremos mucho más peligro cada vez que cogemos un coche
Pequeños timos y estafas
Sí, lamentablemente, en algunos países (yo diría en todos), el viajero es visto como una hucha con patas. Alguien a quien sacar todo el dinero posible. En vacaciones nos relajamos, no miramos tanto los gastos y somos más pródigos a la hora de abrir nuestra cartera. Y aquí es donde entran en acción los timadores, que cuentan entre sus víctimas predilectas a los ancianos y a los extranjeros.
Debido a nuestro desconocimiento de las costumbres locales, somos más susceptibles a sufrir este tipo de estafa. Yo mismo he sido víctima de alguna de ellas. En Cuba por ejemplo, país por otro lado muy seguro y nada peligroso, salvo en este asunto, hay un timo bastante extendido. Cuba dispone de un doble sistema monetario, los pesos cubanos (CUP) y los pesos convertibles (CUC). Los CUC son los que manejamos los turistas, y son muy codiciados por los cubanos. Es fácil que se ofrezcan a cambiar nuestros euros por pesos cubanos a un precio menor que en una casa de cambios oficial. También es fácil que una vez con nuestros euros en su poder, no veamos más el pelo a esa persona y por supuesto nos quedemos sin nada.
Otra estafa común en Cuba es la venta de puros habanos y ron de mala calidad y con sellos gubernamentales falsos.
También es frecuente que los taxistas nos cobren de más si no exigimos expresamente que pongan en marcha el taxímetro (en Tailandia, por ejemplo) o en bares y restaurantes igualmente nos cobren de más si no conocemos el alfabeto que utilizan y no podemos cotejar el tícket con los precios de la carta. Como precaución mínima, debemos aprendernos los números (por ejemplo, si viajamos a algún país árabe) para saber lo que cuestan realmente las cosas.
En general suelen ser cantidades muy pequeñas y muchas veces el turista ni siquiera se da cuenta o, si es algo generalizado, cree que son los precios habituales en el país.
El seguro de viaje
Un seguro de viaje es imprescindible. Hay que tener en cuenta que cuando viajamos a otro país, estamos abandonados a nuestra suerte y es obligación nuestra el contratar un seguro que nos de garantías. Según las coberturas que deseemos, podremos incluir más o menos protección. Entre otros, tendremos la posibilidad de asegurar nuestros móviles, ordenadores portátiles, dinero, la atención sanitaria, atención legal, accidentes, traslados, repatriaciones, etc. Para ampliar la información sobre la parte relacionada con la salud en los viajes, os recomendamos ver este artículo de nuestra web.
¿Qué es el registro de viajeros?
El ministerio de Asuntos exteriores de España dispone de un registro mediante el cual procura facilitar el contacto en caso de emergencia grave. Se considera una emergencia grave una catástrofe natural como tsunamis, terremotos, conflictos armados, etc. Es decir, debe tratarse de una emergencia que afecte a gran número de personas y mediante este registro la embajada puede conocer rápidamente qué ciudadanos se encontraban en el lugar y tratar de contactar con ellos para conocer su estado y socorrerlos.
Registrarse es tan sencillo como acudir a la web del ministerio y cumplimentar un impreso.
Algunas consideraciones generales sobre seguridad cuando viajamos
A continuación cito unos cuantos consejos que es conveniente seguir para evitarnos disgustos.
Si alguien te pregunta cuánto tiempo llevas en el lugar y cuándo te vas, nunca digas que acabas de llegar. Si te ven muy «verde», sabrán que eres más fácil de engañar. Si creen que llevas un tiempo, has tenido tiempo de conocer algo de la cultura, costumbres y precios locales. Siempre es mejor decir que llevas un par de semanas ya allí, o incluso que no es tu primera vez, sino que ya habías viajado antes a ese lugar.
No lleves nunca encima todo tu dinero. Utiliza la menor cantidad de efectivo posible, una tarjeta de crédito o débito se puede anular, los billetes, si te los roban, no. Distribúyelos entre diferentes bolsillos y lleva lo que preveas que puedes gastar, no más. Si el hotel en el que te alojas dispone de caja fuerte, entérate de las condiciones de su uso (a veces el hotel no se hace responsable de lo que deposites en ella) y úsala si te da confianza.
Evita los ambientes marginales (zonas de prostitución, drogas, etc.). Observa y respeta las costumbres locales. En países musulmanes, presta especial atención a la vestimenta de las mujeres. Hay países más tolerantes y menos en este aspecto. Evita muestras de afecto que puedan ser mal interpretadas o mal vistas en algunos países (por ejemplo, saludar a las mujeres con besos en las mejillas).
Normalmente la gente es más tolerante con los extranjeros porque comprenden que no conocemos las costumbres y usos normativos del lugar, así que perdonan la mayor parte de nuestras inconscientes faltas de educación, pero todo tiene su límite… y muchas veces no sabemos dónde está.
Teniendo un poco de cuidado, el riesgo es mínimo y podemos desplazarnos prácticamente por cualquier región de cualquier país, salvo que se encuentre inmerso en un conflicto bélico. Los medios de comunicación están llenos de noticias alarmistas informando de crímenes horribles, pero hay que tener una cosa en cuenta: son la excepción, y no la regla. Los más cruentos suelen tener como víctimas a otros delincuentes, debido a ajustes de cuentas. Los turistas somos vistos más bien como víctimas propiciatorias de hurtos sin violencia o de timos, que en el peor de los casos nos dejarán con un par de cientos de euros menos, sin que peligre nuestra integridad física.
Sin miedo, pero también sin temeridad, podremos disfrutar a tope de nuestras vacaciones y volver sanos y salvos a casa.